2020: Año de revisión y de aprendizaje

De todas las experiencias podemos sacar un aprendizaje, eso es precisamente lo que nos permite crecer y evolucionar como personas
Como he comentado en más de una ocasión, el crecimiento siempre se da fuera de la zona de confort. Cuando nos instalamos en lo conocido, nos acomodamos y tendemos a repetir los mismos patrones de conducta y de relaciones. Todo es previsible y sentimos que tenemos el control de lo que nos sucede.
Tal vez haya aspectos de nuestra vida que no nos acaban de satisfacer pero nos autoengañamos y seguimos adelante pensando que ya vendrán tiempos mejores o que los problemas se solucionarán por si solos.
Os puedo asegurar que no es así, ese malestar o insatisfacción va a seguir presente por mucho que nos resistamos a prestarle atención e incluso se va a hacer mayor, con lo que el esfuerzo para acallarlo también será mayor,
Sólo logramos superarnos cuando salimos de nuestra zona de confort, cuando nos esforzamos por vencer nuestros miedos y trabajamos para conseguir cambios duraderos
Las crisis como oportunidades de aprendizaje
En mi larga experiencia como coach, he podido comprobar que a las personas les resulta muy difícil introducir nuevos hábitos y hacer cambios en sus vidas y, más aún mantenerlos. Hay una resistencia a arriesgar y a salir de la conocida zona de confort.
Pero como ya comenté en un anterior artículo, aunque no nos guste la vida que llevamos, nos cuesta dar el paso para cambiarlo porque nos da miedo y nos resulta más cómodo seguir tal como estamos y repetimos conductas y relaciones que son dañinas.
Siempre hay una vocecita interior que nos alerta de que algo va mal, de que tenemos que tomar algunas decisiones y cambiar. Pero intentamos acallarla de mil maneras posibles: exceso de trabajo, compras compulsivas, adicciones, procrastinación, evasión con viajes, ocio,… hasta que llega un momento en que ya no podemos más y estalla una crisis.
Las crisis personales nos obligan a parar SI o Si y a escuchar esa voz interna que nos estaba alertando, nos confronta con nuestro malestar y nos hace tomar decisiones.
No tengas miedo de las crisis, son una gran fuente de aprendizaje y de crecimiento personal de la que saldrás reforzado
El 2020, un año de aprendizaje y superación personal
El 2020 ha sido un año marcado por la pandemiaque ha provocado una gran crisis sanitaria, económica y humanitaria. Durante estos meses, nuestra vida ha dado un cambio radical de 365% obligándonos a salir de nuestra zona de confort.

De un día para otro, la economía se paralizó, echando el cerrojo a todos los comercios y servicios que no fueran esenciales, los países cerraron sus fronteras y nos vimos confinados en casa mientras los contagios y las muertes crecían de manera alarmante.
Nuestra casa se convirtió en el centro de nuestro universo: oficina, lugar de descanso, gimnasio, ocio, escuela,… En ella, reíamos, llorábamos, hacíamos pasteles, practicábamos deporte, nos familiarizamos con las videoconferencias y el teletrabajo, jugábamos con los más pequeños, hacíamos de profesores de nuestros hijos y sonábamos con volver a abrazar a nuestros seres queridos.
“Nos acostamos siendo analógicos y al día siguiente nos despertamos siendo digitales”, me comentaba un cliente. “He tenido tiempo de explicarle a mi pareja cómo me siento y ahora mi relación está mejor que nunca”, me explicaba otra. “Ahora tengo tiempo de de leer y me he animado a escribir, algo que siempre dejaba para otro momento”
Y es que el 2020 también deja muchas historias de superación personal y de aprendizaje:
- Somos mucho más fuertes y resilientes de lo que pensamos
- Podemos innovar y adaptarnos a las nuevas circunstancias en un tiempo récord
- Hemos aprendido que las cosas se pueden hacer de manera diferente
- Nos hemos dado cuenta de que la felicidad está en las pequeñas cosas, en los pequeños momentos compartidos
- Y de que a veces el mejor regalo es un abrazo o una sonrisa
- Hemos descubierto lo afortunados que somos al despertar cada día
- Hemos aprendido el valor de la verdadera amistad
- Nos hemos dado cuenta de que nuestros actos tienen consecuencias para las demás personas y que cuidándonos nosotros también cuidamos a quienes nos rodean
- Hemos descubierto lo bien que nos sienta bailar, jugar, reír y sentirnos niños otra vez
De hecho, todo esto ya lo sabíamos antes pero lo olvidamos en la vorágine de nuestro día a día, repleto de obligaciones, algunas urgentes, otras importantes y muchas autoimpuestas para no escuchar esa vocecita interior de la que os hablaba antes.
Durante este confinamiento, el aprendizaje para muchas personas ha sido el darse cuenta de que se mantienen en un trabajo en el que no se sienten realizadas, que no dedican suficiente tiempo a su relación de pareja, que han descuidado su salud.
La pandemia como cualquier crisis nos ha obligado a parar y encerrados en nuestras casas sin poca escapatoria, nos hemos visto obligados a mirar a los ojos a nuestros “fantasmas”, a confrontar aquellas cosas de nuestras vidas que no nos satisfacen y a tomar decisiones. Nos ha abierto la puerta hacia nuestro mundo interior, ha hecho aflorar emociones que manteníamos acalladas o a enfrentar situaciones que no queríamos ver.
La caja de pandora se ha abierto. Ahora nos toca a nosotros decidir qué vamos a hacer con todo lo que hemos descubierto.
La pandemia afortunadamente pasará pero la semilla del cambio está en nosotros. Será nuestra decisión regarla o dejarla marchitar.
Como he dicho en más de una ocasión, las crisis son inevitables y forman parte de nuestras vidas. El aprendizaje es opcional. Nosotros somos libres de decidir ser mejores o mantenernos en una vida que no nos satisface pero que nos resulta conocida.
